miércoles, 23 de abril de 2008

Felicitas Guerrero de Alzaga

Cuando era chica y me dirigía con mi familia a la Costa Atlántica para las vacaciones, la ruta 2 era el paso obligado. Sobre esa ruta, se encuentra la estancia "La Raquel" (el "castillo de Felicitas" para mí), residencia que perteneció antiguamente a Felicitas Guerrero. Ella, la mujer más hermosa de la República según palabras de Guido Spano, era una dama independiente y de gran carácter. Ya a los 26 años, había vivido todo lo bueno y lo malo. Felicitas fue la hija mayor de once hermanos, bonita y rebelde. A los 16 años fue obligada por su padre a casarse con Martín Gregorio de Alzaga, un hombre mucho mayor y uno de los más poderosos de la Nación, con quien Felicitas no fue feliz. De este matrimonio nació un hijo, Félix, quien años más tarde falleció por la epidemia de fiebre amarilla que azotaba la zona. Ese mismo año, la jóven quedó embarazada, pero la felicidad no duraría demasiado para Felicitas: su segundo hijo, Martín, murió pocos días después de nacer. Su esposo, Martín de Alzaga, fallecía 15 días después de la muerte del niño. En sólo dos años perdió a sus dos hijos y al marido. Quedó joven (26 años), rica y estanciera. La viuda comenzó a ocuparse personalmente de los campos que luego se convertirían en Pinamar, Cariló, Madariaga y otras localidades actuales.
Luego, Felicitas conoce a Samuel Sáenz Valiente, un hacendado vecino. A los pocos meses anuncian su casamiento, lo que produjo una revolución entre sus tantos pretendientes. Uno de ellos, Enrique Ocampo, no pudo contener su furia: una mañana se dirigió a la casa de Felicitas y luego de una discusión le disparó, enfermo de celos. Al tomar conciencia de su acción, se suicidó. Cristian de Marías, primo de Felicitas, fue quien encontró los cuerpos. El joven se desesperó al ver a su prima (de quien secretamente estaba enamorado) tendida en el suelo y, al abrazar su cuerpo, descubrió que aún respiraba. Felicitas agonizó durante 3 días y finalmente falleció el 30 de Enero de 1872. Los Guerrero construyeron, en homenaje a su hija, una capilla situada en Isabel La Católica, entre Pinzón y Brandsen, en Barracas. La iglesia es dueña de una triste fama: nadie la elige para casarse.
En 1981, la iglesia construída por los padres de Felicitas fue donada al municipio. Al iniciarse la restauración del templo, estaban caídas simétricamente las cinco alas derechas de los ángeles de mampostería que hay a la entrada. Cuando el arquitecto restaurador Roberto Devincenzi talló las alas siguiendo la escala original y las colocó, sonaron inexplicablemente las campanas. Los vecinos de Barracas aseguran haber visto a Felicitas deambulando por la iglesia.
La leyenda dice que quien toque las rejas que rodean la Iglesia, recuperará el amor perdido, los que creen en esta historia acostumbran a dejarle flores y ofrendas.
FUENTE

1 comentarios:

Celi.. dijo...

MUY BUENA COMO SIEMPRE
SALUDOSS


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