Así se le llama a la mansión de estilo francés que desde 1880 perteneció a Eustaquio Díaz Vélez, un hombre tan obsesionado con los leones que los criaba el mismo, en su casa. Esta casona se encuentra emplazada en Montes de Oca 140.
La leyenda cuenta que, allá por 1930, uno de los animales atacó y mató al prometido de su hija el día de la fiesta de compromiso, otras versiones afirman que esto ocurrió en la fiesta de casamiento. Tras el trágico suceso, la chica se suicidó. Poco después de la tragedia, los fantasmas de la pareja comenzaron a recorrer las habitaciones y el parque de la mansión gritando, susurrando y moviendo objetos. Así, don Eustaquio se deshizo de los animales, aunque rindiéndoles un extraño homenaje: hizo tallar cabezas de animales sobre las arcadas de las puertas de entrada a la mansión y emplazó estatuas de leones en el parque. La más impresionante representa a una fiera que lucha con un hombre cuyo brazo está enterrado en las fauces del animal (ver foto).
Otras versiones cuentan que, luego del suicidio de su hija, don Eustaquio hizo una ofrenda y sacrificó a todos los leones con la esperanza de volver a verla. Parece ser que alguien aceptó la ofrenda, ya que se dice que el fantasma de su hija puede verse por las noches, entre las estatuas de los leones y las jaulas oxidadas que no han sido removidas aun del lugar.
Hay quienes dicen que las estatuas de los leones fueron construidas con posterioridad para ahuyentar los espectros. FUENTE.
Hoy, este edificio alberga a VITRA (Fundación para Vivienda y Trabajo del Lisiado Grave), sede de la única escuela primaria y secundaria de toda la Argentina para discapacitados motores. Algunos residentes admiten que por la noche se escuchan ruidos extraños. Todo el parque está superpoblado de gatos, parientes menos feroces de los leones de piedra. FUENTE.La leyenda cuenta que, allá por 1930, uno de los animales atacó y mató al prometido de su hija el día de la fiesta de compromiso, otras versiones afirman que esto ocurrió en la fiesta de casamiento. Tras el trágico suceso, la chica se suicidó. Poco después de la tragedia, los fantasmas de la pareja comenzaron a recorrer las habitaciones y el parque de la mansión gritando, susurrando y moviendo objetos. Así, don Eustaquio se deshizo de los animales, aunque rindiéndoles un extraño homenaje: hizo tallar cabezas de animales sobre las arcadas de las puertas de entrada a la mansión y emplazó estatuas de leones en el parque. La más impresionante representa a una fiera que lucha con un hombre cuyo brazo está enterrado en las fauces del animal (ver foto).
Otras versiones cuentan que, luego del suicidio de su hija, don Eustaquio hizo una ofrenda y sacrificó a todos los leones con la esperanza de volver a verla. Parece ser que alguien aceptó la ofrenda, ya que se dice que el fantasma de su hija puede verse por las noches, entre las estatuas de los leones y las jaulas oxidadas que no han sido removidas aun del lugar.
Hay quienes dicen que las estatuas de los leones fueron construidas con posterioridad para ahuyentar los espectros. FUENTE.
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